miércoles, 24 de abril de 2013

Yile - 2 parte


Partimos entonces de Caleta Pan de Azucar con ganas de “movimiento” y con la idea de llegar a Taltal para pasar la noche. Los días en la Caleta nos dieron más energía de la esperada (¿habrá sido todo el pescado que comimos?) asique decidimos seguir derechito para Antofagasta (260 km).
Viajamos despacito como es de costumbre entre mates y paradas para las necesidades de la Morsa y las nuestra.  Entre las necesidades de la “nena” están la que ustedes se imaginan pero también la de corretear,  buscar piedras y tomar agua.
La ruta es muy transitada por camiones de gran porte, que manejan rápido y van más apurados que nosotros lo que por supuesto no nos sorprende dado que la velocidad utilizada no supera los 70 km-h. Cuando ya estábamos un poco cansados de viajar y  se había hecho de noche el gato divisa un cartel que dice “escultura la mano del desierto”: - guauuu allá vamos!!!
Asique todos chochos con la gran Mano Yilena: Foto! Foto!!! La morsa, el gato, la gata, y tita! (hacia mucho frio como para sacar el trípode  y salir todos juntos)
Continuamos viaje, un poco más despabilados  y con ganas de más “cosas nuevas”,  más allá encontramos una “copec”. Encontrar una Copec empieza a ser como una especie de oasis;  en las que paran los camiones  generalmente están preparadas con baños y  duchas y se puede parar en ellas a dormir sin problema alguno.
 Pensando que estábamos en “Antofagasta”, cocinamos algo,  paseamos la morsa y a dormir!
Al otro día, a penas abrimos los ojos nos golpean la camioneta Cristian y Maca que recién llegaban en camión. Desayunamos juntos al mismo tiempo que nos enteramos que en donde estábamos no era Antofagasta sino un pueblo industrial cerca de nuestro destino.
Antofagasta es una Ciudad grande y linda, con mucho movimiento, playas frías y un puerto enorme. La mayoría de las personas encontradas fueron de sexo masculino, ocupados en alguna de las tareas de atañen a la minería o el transporte. Nuevamente nos sorprendió la manipulación de minerales en la zona, las montañas que parecen estar intactas son pocas; el resto está en manipulación o fue manipulada o devastada. A menudo  nos preguntamos qué será de toda esas poblaciones mineras cuando la tierra diga basta y que será de nosotros cuando eso suceda. El Agua en Antofagasta y casi todo lo recorrido hasta el momento ya dijo basta: De la canilla - o llave como le dicen los chilenos- nooo!!!


Antofagasta desde una de sus costas


La costanera de Antofagasta reúne muchas de las cosas que en una ciudad no faltan: el súper, estaciones de servicio, la policía, estacionamientos, macdonal, baño público,  malabaristas y limpia vidrios entre otras. No logramos sentirnos tranquilos allí, no sabemos aun porqué. Pasamos una noche en un Shell y dos tardes en el balneario municipal (el gato jugó con la henna y me tatuó tres especímenes dos precolombinas hermosas y un gato que dejaba mucho que desear en mi espalda)

Concluimos  nuevamente en que las ciudades grandes no nos simpatizan tanto como la tranquilidad de los pueblos asique la estrategia fue ir al súper, abastecernos de agua y alimentos y partir para el renombrado pueblo de San Pedro de Atacama. En el súper las miradas recorrían uno a uno mis tatuajes puesto que ellos junto a unos días que pasamos sin bañarnos y las ganas de irnos  se complotaron para que el arte de Mario se transformara en marcas tumberas desconocidas.

Antes de irnos recorrimos algunas playas más de la ciudad, curioseamos el puerto de lejos y pasamos a visitar la tan fotografiada y publicitada “Portada” (18 km al norte) y su paisajes de alrededor. Recomendados sin duda.




Tomamos la ruta 5 y 180 km después llegamos a Calama. Las estaciones de servicio de Calama no eran a lo que veníamos acostumbrados pero nos permitieron dormir en una Shell shena de perros asique la Morsa era un secreto entre el playero y nosotros. A las escondidas y con uno de nosotros de campana la gorda bajó dos tímidas veces. De Calama no recorrimos más que unas vueltas necesarias por la noche hasta encontrar donde dormir, por lo que se puede deducir rápidamente que no nos gustó. Otra vez un pueblo entero que parecía moverse en torno a la minería, muchos hombres, hospedajes y comedores.
Tempranito al otro día, el destino final sería San Pedro. Fuimos con ilusiones de encontrar trabajo para juntar plata y seguir viaje. Con el objetivo  tan claro no podía pasar otra cosa que encontrar lo que buscábamos.  Pero antes de llegar a esa parte puedo decir que el desierto es más oscuro de lo imaginé y tiene en su horizonte algunas montañas que le dan un poco de perspectiva al paisaje. 




Era nuestra primera vez en el Desierto asique no fue tan aburrido como nos habían advertido. Entre Calama y San Pedro (100km), en el medio de la nada, encontramos muchas casitas de adobe abandonadas y caídas; Más extraño aun encontramos un cartel que decía “EX pueblo Villa Unión” y ahí bajamos.


Llegando a destino el paisaje se transforma, renacen los colores, los abismos, las cuestas y las curvas. Entusiasmadísimos bajamos en cada lugar que quisimos, nosotros alucinábamos con los paisajes y la morsa con sus ganas de salir a correr llamas.



San pedro es maravilloso. Nos costó descubrirlo pero con cada calle que descubríamos nos íbamos convenciendo y acordando con la fama que el pueblito se fue haciendo. Bajamos en el estacionamiento público donde hay una feria de frutas y verduras y donde por la tarde empiezan a llegar los camper van y allí estacionan y duermen. Así nos codeamos  y mimetizamos nosotros con las grandes máquinas como la nuestra.



Encontramos la calle “Caracoles” (la principal) colmada de hoteles, negocios, turistas y viajeros de todo tipo de colores, sabores, acentos y dialectos. Y allí empezó una maratón en zigzag preguntando de lugar en lugar – Hola, ¿necesitan personal? Para limpieza, moza, recepción, lo que sea… Así una y otra vez. Parecían acortarse las posibilidades  cuando casi  al final de la calle caracoles se abrieron dos puertas y después otras más. Ese mismo día a las 18 hs Flor hacía sanguchitos y viandas durante 4 horas. Al otro día Mario era sereno de un Hostal y mientras escribía los post anteriores. Dos días más tarde Flor era recepcionista de un Hostel y Mario empezaba a tatuar en Casa Campestre. Lugar que nos abrió otra posibilidad: la de conocer un montón de gente, tres gatos, cuatro perros y un chivo con los que compartimos hermosos momentos y volvimos a tener “comidas de hogar en familia”. Todas las personas que conocimos, en el hostel, en el hotel, en Casa Campestre, en la calle y sus alrededores nos recibieron y trataron súper bien.
Ahora en esta historia también entran Cristian y Maca, que eran quienes se alojaban ahí (oh! Sorpresa! Otra vez nos encontrábamos en el camino) y nos invitaron a visitarlos.





feliz cumple lindo gatito!!!

 Entre fogata y carrete nos encontramos con Karen, quien se presenta como bloguera nómade y si!!! Era Karen!!! La de con Rumbo al Mundo, blog que tanto habíamos leído y disfrutado, felices por el encuentro, salieron a festejar a los dos días Karen y Flor, mientras Mario padecía los días de acumulación de sueño de su arduo trabajo de nochero. Fueron entonces Karen, Flor y Yasna al Quitor famoso bar por lo grande de los tragos que sirven: Y ahí empezó lo que podríamos llamar un hermoso encuentro con Yasna y posteriormente con todos los que integran la gran casa campestre. Empezamos a quedarnos en la chata en el patio de este hostal y camping que está en la Calle Caracoles 66 (al final o al principio de la calle según de donde se lo mire).
Con ellos festejamos el cumpleaños del gato, con fogata, torta y velita tal cual se lo merece el aniversario de la hermosa persona que es coautora de este viaje y proyecto de vida llamado Contigo Pan y Morcilla.

Estuvimos como 20 días en San Pedro, primero nos aseguramos la comida y los amigos y después empezamos a recorrer los alrededores renombrados por todas las posibilidades de tours que se pueden tomar.



laguna Chaxa y sus flamencos


San pedro y sus casas de adobe


La Morsa bien aprendida


Laguna Cejar


Laguna Tebinquiche


El Salar 




Laguna Espejo


El valle de La Luna


Con Ema, la bella heredera de Yasna


Entre amagues y decisiones, nos fuimos. Nos despedimos rapidito para no hacer trágica la cuestión, tal cual lo pedía Yasna y la Flor aceptó, que por su llanto fácil no quería lagrimear.
Pasamos el día en el auto, felices todos por los días y las experiencias vividas. Nos consideramos una vez más unos afortunados por poder vivir todo lo que tanto deseamos y más.
Pasamos por Calama y rapidito hicimos unos trámites del seguro de Tita por Internet, compramos pasta rápida, pan y huevo para almorzar. Pero ahí nomás empezamos a ver otra vez el desierto y este sí que era seco, caluroso y con mucho viento, ni una sombra vimos hasta Tocopilla (80km) donde frenamos almorzar-cenar en una lomita a la salida desde la que la vista del atardecer era perfecta.


Tocopìlla 

De un solo tirón le dimos hasta Iquique. La ruta está muy buena y si bien los camiones intimidan, la mayoría respeta las señales de transito y a los lentos transeúntes sin apuro como nosotros que por más que se nos ría Braulio, la velocidad continua siendo 70 km-hr.



Remolinos y mineras por todos lados


El desierto de atacama y sus  necesidades


 Llegamos de noche y  otra vez una estación de servicio nos acogió. La diferencia es que en las ciudades los camiones no entran y entonces no están acostumbrados a bellos durmientes ya  que al igual que en Antofagasta, no suelen permitir que el parqueo supere los 30 min para clientes. De todas maneras nos permitieron quedarnos y caímos rendidos. Para desayunar nos cruzamos al frente don de las olas superan lo esperado por nosotros y el baño de perros y humanos esta prohibido. Ahí mismo. Frente a donde dormimos hay un playón donde los camper van pueden estacionar, no permiten coches tan grandes y lujosos como el nuestro pero hicieron una excepción y ahí pasamos las dos noches siguientes.



Bellas playas de Iquique


La primera mañana, jugando con la espuma del mar y la morcilla nos reencontramos con Juan y la Negra, dos argentinos que encontramos en Copiapó y después fueron tatuados por las bellas y prolijas manos de Don Gato en San Pedro.
Iquique sí que nos gustó. Nos sentimos seguros y deslumbrados por su costanera y los alrededores de la plaza principal. Conocimos sus hermosas playas y la famosa Sofri que si bien no nos pareció tan barata como dicen pudimos comprarle las dos cubiertas de atrás a la Kangoo, alinearla y balancearla. GRACIAS CHILE TAMBIEN POR ESO!!!


Con esto de no saber en qué día vivimos o al menos no tan certeramente como antes de dejar nuestras rutinas, tipo 15 hs nos percatamos de que era viernes y que, si queríamos ir a Bolivia era el turno de los tramites de Morcilla la perra valiente. Bueno, nos entregamos al tiempo y nos acostumbramos a la idea de esperar hasta el lunes. Igual fuimos buscando las direcciones para no demorar más de lo inevitable.
 Sin dudarlo la pasamos bárbaro y un capitulo aparte merecería la visita a una estación de servicio COPEC que queda en un pueblo cerca de IQUIQUE (20 min) por la ruta 16 donde nos dimos el mejor y más ansiado baño del viaje por 700 pesos chilenos cada uno.


Iquique desde arriba. Previo al baño màs mejor del mundo entero

Visitamos una feria donde Mario se compró una Camisa Americana  usada por 500 pesos, la Morsa se ganó una pelota Nike por 300 pesos chilenos y Flor unos 3 Libros usados: Cien años de soledad, el Túnel e Inés, del alma mía (que serán citados a la brevedad en la sección correspondiente del blog).


tarde de lectura...

Los trámites de la Morsa salieron caros y redondos. Para entrar en Bolivia el SAG de Chile nos expedía el certificado y la autorización si la Perra Tenía: Vacuna Óctuple, Antirrábica, desparasitación interna y externa, y el certificado de buena Salud por un Veterinario. La joda nos salió 20000 en la veterinaria (y eso que muy gentilmente no nos cobró la consulta) y 600 en el SAG. Los papeles estarían al otro día, pero Paula, la Veterinaria que nos atendió nos lo hizo para las 15 hs. del lunes; felices por las atenciones y buenos tratos  estábamos prontos a concretar el cruce a Bolivia.
Cuántas dudas nos daba cruzar por Ollague!!! No supimos hasta último momento qué hacer. Decidimos no volver a Calama para el cruce sino hacer el camino hasta Ollague por la ruta 16. Pero ¿el combustible alcanzaba? ¿Qué altura había? ¿Pasaba gente por ahí? ¿Cómo estaba el camino? Pufff qué ansiedad, qué cagazo. Marcha atrás dimos en Pozo Almonte donde los dos fuimos sinceros y dijimos qué ya el entrar a Bolivia nos llenaba de incertidumbres como para sumarles las del camino asique miramos el mapa por decima quinta vez y acordamos en cruzar por Colchane. 


Y así fue. Horas más tarde estábamos durmiendo frente a Carabineros de Colchane  a 3.700 m de altura. Antes de pasar a Bolivia, podemos asegurar que todos los Carabineros de Chile nos trataron muy bien y muy amablemente. Los de Colchane se pasaron, nos invitaron a tomar algo caliente, nos dieron agua, y nos ayudaron a empujar la chatita que por el frio y la altura no pudo sola.




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