"de citas y palabras"

Este espacio surge, como los otros, por decisión y características compartidas. Por un lado compartimos nuestro interés por leer y conversar entre nosotros algunos "pedacitos" de lo leido (o lo reflexionado sobre ello), y por el otro  nuestra "colgadez", escasa memoria, dificultad para guardar las cosas donde corresponde, o como quiera usted llamarle a eso...
Entonces, "de citas y palabras" es un espacio que queremos que nos sirva de ayuda memoria y de ayuda camino; donde iremos subiendo para nosotros y para el que le interese, algunos escritos de otros y nuestros (capaz) sobre cosas que vayamos encontrando interesantes.
Si esto despierta reflexiones, coincidencias o desencuentros...bienvenidos sean!



LA BRUJA DE PORTOBELLO, Paulo Coelho.

Cuántos de nosotros evitamos ver cómo las cosas importantes de nuestras vidas desaparecen de un momento al otro? (...) Nuestro cuerpo sigue vivo, pero tarde o temprano el alma acaba recibiendo un golpe mortal.

¡Hay de aquellos que buscan pastores en vez de ansiar la libertad!

En un bosque se bifurcan dos caminos y yo...
elegí tomar el menos transitado.
Esto marcó la diferencia.

Todo se mueve, Y todo se mueve con un ritmo.

Basta con entender que todos estamos aquí por una razón, y basta con comprometerse con ella.

Nacemos, crecemos y hemos sido educados con la máxima de que el tiempo es dinero. Sabemos exactamente qué es el dinero, pero, sabemos que es el TIEMPO?

Qué es un maestro? No es aquel que enseña algo. sino aquel que inspira al alumno para que dé lo mejor de sí mismo y descubra lo que ya sabe.

En este momento, en tus manos, en el pincel que traza cada letra, están todas las intenciones de tu alma. Intenta entender la importancia de eso.

Para olvidar las reglas hay que conocerlas y respetarlas.

Para aquellos que viajan  el tiempo no existe, solo el espacio.

Antiguo proverbio gitano: Cuando me muera, enterradme de pie porque he vivido de rodillas toda mi vida.

La luz es inestable, se apaga con el viento, se enciende con el rayo, nunca esta ahí, brillando como el sol, pero vale la pena luchar por ella.

No poseemos la tierra, es ella la que nos posee.

- Vine hasta aquí porque me hacia falta algo en la vida. Tenía que rellenar los espacios en blanco, y creí que solo con verte la cara seria suficiente. Pero no, también tenia que entender que...había sido amada.

-Intenta ser diferente. Solo eso.
-Quedarse en silencio es ser diferente?

-Sin ellos me sentiría desnudo.
-Pero entonces tu cultura no está en tu corazón sino en las estanterías de tu casa


Cuando cuente hasta tres, levantaos y sed diferentes. (...) Os estoy ordenando que dejéis de ser humanos, y que os transforméis en algo que no conocéis.

Tengo miedo de dar pasos que no están en el mapa, pero, a pesar de mis miedos, al final del día la vida me parece mucho mas interesante.

- Estas contento con lo que haces?
- Yo dije; "pues claro, soy util para mi pueblo"
- y eso es suficiente?
(...)
-"Puede ser, pero todo lo que vas a conseguir es es seguir repitiendo lo que se viene haciendo desde que el hombre es hombre: mantener las cosas organizadas".
-Pero el mundo a progresado.
(...)
-Claro que si, pero aunque en la actualidad nos hayamos organizado para sustituir los esclavos gratuitos por esclavos con salario, todos los avances se han dado en el campo de la ciencia. Los seres humanos todavía se hacen las mismas preguntas que sus ancestros.

El amor no es un hábito, un compromiso, ni una deuda. El amor es. Sin definiciones. Ama y no preguntes demasiado. Sólo ama.

OBRA: MIS MONTAÑAS. Texto: La escuela. Joaquin Victor Gonzalez.

No tiene desperdicio nada de este texto y no deja de sorprenderme lo sabroso y variado de las palabras que eligió. Transcribo solo un poco de lo que más me gustó; un poco por las coincidencias con la actualidad (no olvidarse que esto fue escrito en 1900 calculo...), un poco por la pasión literaria que contagia y otro poco porque deseo que todos los que pasen por la escuela puedan volver a describir a un maestro tal como el autor describe al suyo en las palabras finales.

"Era de verse la clase de lectura -nuestro desahogo- porque el profesor nos señalaba largas páginas de La conciencia de un niño para tener tiempo de almorzar cómodamente en las piezas interiores donde vivía. Quedábamos solos entregados a nosotros mismos sin rey ni Roque sin miramientos y sin respetos para nadie ni siquiera para los bancos del gobierno que pagaban la fiesta. Tan pronto conveníamos en leer todos a un tiempo la misma cosa como a quién gritaba más fuerte. La lectura comenzaba [144] en tono moderado pero iba aumentando en intensidad y rapidez hasta que hacíamos un solo borrón sin que el diablo pudiera entendernos; allá saltaba uno sobre una banca para dominar desde arriba por lo menos a los otros ya que no pudiera con la voz;aquí se encaramaba otro sobre la mesa del maestro y revistiendo su autoridad motupropia e imitando su gesto gritaba como un clarinete destemplado:
-¡Sileeeencioooo!...
El entusiasmo el vértigo mejor dicho subían de punto; y ya volaban cuadernos libros puñados de papel lápices tinteros llenos y vacíos sobre el usurpador osado que se permitía representar siquiera fuese en caricaturala menor idea de orden en aquella asamblea de demonios sueltos. Otros se trababan en pugilato sobre los asientosy rodaban trenzados como Aniel y la serpiente por el suelo polvoroso y aventadizo de la clase pisoteado todos los días por más de cien muchachos; otros mal inclinados abrían el oyito en el piso y se ocupaban de jugar a la quema con bolitas de cristal pintorreadas por dentro o de piedra que eran las más estimadas porque con estas se rompía las otras: y de repente salía bramando un trompo que luego su diestro lo hacía bailar en la palma de la mano o lo tiraba sobre la cátedra muda e impávida ante tamaños ultrajes para que escribiera sobre los papeles del maestro. La baraúnda era diabólica de golpes risotadas carreras y gritos de orden y de respeto que eran los más sensatos que se oían. De pronto llegaba un muchacho despavorido y con los ojos por reventársele y gritaba en la puerta: -¡El maestro!- y entonces era un encanto el vernos a todos quietecitos en nuestras bancas leyendo en voz baja pero sin advertir que los despojos dispersos las roturas la tinta derramada y las caras encendidas y empapadas en sudor estaban delatando el infernal barullo.
Inútiles eran las inquisiciones y las pruebas para descubrir a los promotores del escándalo; las conspiraciones comienzan desde allí a tener ese carácter sombrío que les vale el éxito contra los gobiernos buenos o malos;las autoridades subordinadas se conjuraban también por lo menos para callar o abstenerse; de lo contrario nada bueno las esperaba a la salida: toda la arena de la plaza era insuficiente para llover sobre ellos como arma de venganza.Además como todos negaban su participación había que condenar a todos; y aquí el problema grave que después en la política he visto reproducirse:cuando todo el pueblo se uniforma para producir un hecho contra la autoridad aislada¿quién tiene la razón? Nosotros la teníamos siempre eso sí después de una amonestación más bien cariñosa que dura porque a decir verdad excepción hecha [146] de esos momentos de holganza siempre nos portábamos bien haciendo lucir al profesor en los exámenes para los cuales invitaba a todo lo mejor de la villa.
Cuando llegaron a mis manos la historia argentina la geografía y la gramáticame contaba dichoso desbordante de alegría y de amor propio halagado. Doña Juana MansoAsa Smith y Herrans y Quirozno sabían que yo me los devoraba todas las tardes sobre la tapia de la villa recorriéndola de punta a cabo; y era raro el caso de que hubiera ido y vuelto las tres cuadras sin tener bien sabido de memoria el párrafo más estirado. Ese era mi gabinete de estudio y la hora la del crepúsculo. En todo lo largo de la pared de tierra apisonada seguía por entre una avenida de rosales que derramaban sus flores en mi camino estimulando mi imaginación y mi inteligencia con ese aroma suave delas rosas comunes que servían de ropaje a la tapia.
Siento no poder contar iguales proezas de la aritmética: toda mi vida fue ella el nudo de donde no pasé y la causa de las sombras que cayeron muchas veces sobre mi reputación de estudiante. Así hay organizaciones refractarias al número y la mía es de esas no lo puedo negaren cambio mi espíritu vuela cuando sale de esas marañas de fórmulas y de signos hechos para que unos sumen y multipliquen y otros resten y dividan. Así es la ley  humana del trabajo de la acumulación y de la herencia. Tal vez fue providencial mi aversión a las cuatro reglas originarias de las ciencias exactas porque nunca tuve en qué aplicarlas; y cuando he podido mostrar mis conocimientos matemáticos no hallé elementos ni para la operación más simple. ¡Bendito sea Dios que no me puso esa afición a sumar y multiplicar porque me he librado en este mundo de impulsiones irresistibles que tantas felicidades procuran a los mortales!
Pero debo decir quién era el maestro. Algunos han de leer estos recuerdos y quiero que esos sepan que debo a ese hombre una gratitud inmensa. Me enseñó mucho me hizo comprender cuál era el destino del hombre que estudia y eso basta aunque de su escuela hubiese salido sin saber siquiera cuánto hacen 3 más 2."

También, en "mis montañas" está bueno leer "la chaya" y  "vaticiño de un cigarro".

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