Bolivia nos ponía ansiosos. No
sabíamos bien a dónde nos metíamos;
algunos nos advertían cosas feas y otros pocos
nos tranquilizaban contando cosas maravillosas.
Cambiamos algunos pesos chilenos
por pesos bolivianos en Iquique (280 bolivianos por 20000 pesos chilenos por
las dudas y nos fuimos con esos cambios repentinos de camino que contamos en el
post anterior).
La frontera de Colchane
nos confundió un poco, fuimos de un lado al otro hasta que los trámites
estuvieron listos. A Morcilla también la confundió ya que vio dos llamas que se
paseaban sin complejos por el frente del
auto y ella no sabe aun de qué se tratan esos perros peludos y gigantes con
bolitas de lana colorida en sus orejas.
Salimos después de una hora y
media. Los papeles de los tres estaban en regla y eso comprobaron los
controles bolivianos que están mucho más seguido de lo que nos imaginábamos.
Kilometro que andábamos, kilometro que señalábamos algo hermoso. El árido del
desierto ya en los primeros tramos se convierte en tímido verde, pequeños
ranchitos de adobe aparecen. Algunos habitados otros desmoronados, pequeños
corrales de piedra y siempre, hasta en el más pequeño poblado una capilla se
alza con humildad y decoro.
El camino es asfaltado su mayor
parte, recordemos que íbamos camino a Oruro y teníamos claro que dormiríamos en
algún lugar anterior para no llegar de noche a la ciudad desconocida – y
temida- .De a poco notamos que la gente respondía
a nuestros saludos con una mirada fugaz pero respetuosa y sorprendida y a las
preguntas que hacían también respondían con amabilidad. Entonces empezamos a
relajarnos, a sentirnos más cómodos y la balanza se inclinaba hacia los que nos
contaron cosas lindas de nuestro país vecino.
En Ancaravi hay un peaje (tranca),
el primero. No nos cobraron coima de ningún tipo hasta ahora (que estamos en
Sucre), en ningún momento. Desde ahí empieza el camino de tierra que esta
bastante aceptable…hasta unos 20 km de Toledo que se pone bravo, muy bravo.
Hasta los camiones bajaron la velocidad.
A Toledo llegamos cansadísimos, el camino nos había vencido más
a nosotros que Tita. No sabíamos por
donde entrar, el ingreso estaba como a la vuelta de donde llegamos. Estaba todo apagado, muy poca gente al
principio hasta que llegamos hasta la plaza. Ahí como siempre, encontramos la
segunda opción para dormir en los
pueblos y ciudades donde no hay Copec: Ya no hay más Copec! Estamos en Bolivia!
Felices como lombrices nos
comimos un platazo de Arroz y Pollo frito, el primero de lo que luego sería el
plato fijo: riquísimo y contundente por 10 o 12 bolivianos. Dormimos panchos en
Tita, los tres y al otro día, tempranito nos fuimos con termo y mate en mano a
recorrer el pueblo. Absolutamente todos los habitantes que encontramos se
mostraron muy amables y la Morcilla empezaba a cobrar una importancia aun
mayor, todos los piropos iban hacia ella.
A la vuelta, mientras esperábamos que el sol desperece el motor de
nuestro móvil preferido nos encontró Darío, oriundo de Oruro y habitante de Argentina
años anteriores. La charla se tornó interesante y al despedirnos nos dio 50 bolivianos de obsequio, con
vergüenza no sabíamos qué hacer….pero él insistió y argumentó que Argentina le
había dado mucho a él y su familia y era una forma de devolverlo. Lo aceptamos, y nos emocionamos por su
respuesta. Cada uno que saque sus conclusiones y reflexiones.
De Toledo a Oruro el camino esta
muy bien, y llegando a la segunda hay un lago enorme, bello y lleno de
flamencos. Oruro no es lo más lindo que
hemos visto pero fue el primer encuentro con la multitud después de los
pueblos atravesados.
Empezó ahí la
peripecia por conseguir combustible al menor precio posible: Para autos con
placa boliviana el precio 3,70 y con patente extrajera 9,50. Hasta el momento hemos pagado entre 3,70
hasta 9,50: hecha la ley, hecha la trampa, sin boleta a veces es conveniente
para el extranjero y para el playero que lo pasa como precio normal y se queda
con unos bolivianos extra. En Oruro
pagamos 5 bolivianos el combustible, almorzamos unas sopas de fideos rapiditas
que nos salvan seguido y además nos encantan y le agregamos dos huevos: qué
sabor y cómo rinden los huevos en Bolivia!!! Cambiamos plata Argentina que el
gato había ganado en La Rioja y nos sorprendimos de ver que nuestra moneda vale
menos que la moneda boliviana: 1 peso boliviano son 0,75 pesos argentinos.
Con qué Alegría llegamos a
Potosí! Los paisajes eran bellos, deslumbrantes y diferentes, Tita estaba andando óptima, nosotros estábamos descubriendo que los Bolivianos
eran muy amables y que comíamos cosas riquísimas por el mismo precio que nos
saldría cocinarlas, paramos en un hotel
por primera vez por 100 bolivianos y nos
bañamos con Agua caliente!
Pufff qué más se puede pedir!? Estábamos más
contentos que Morcilla con dos colas.
Además de contentos, agradecidos.
Muy agradecidos por ser tan afortunados. Gracias Universo. Gracias.
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