Partimos
entonces de Caleta Pan de Azucar con ganas de “movimiento” y con la idea de
llegar a Taltal para pasar la noche. Los días en la Caleta nos dieron más
energía de la esperada (¿habrá sido todo el pescado que comimos?) asique
decidimos seguir derechito para Antofagasta (260 km).
Viajamos
despacito como es de costumbre entre mates y paradas para las necesidades de la
Morsa y las nuestra. Entre las
necesidades de la “nena” están la que ustedes se imaginan pero también la de
corretear, buscar piedras y tomar agua.
La ruta es muy
transitada por camiones de gran porte, que manejan rápido y van más apurados
que nosotros lo que por supuesto no nos sorprende dado que la velocidad
utilizada no supera los 70 km-h. Cuando ya estábamos un poco cansados de viajar
y se había hecho de noche el gato divisa
un cartel que dice “escultura la mano del desierto”: - guauuu allá vamos!!!
Asique todos
chochos con la gran Mano Yilena: Foto! Foto!!! La morsa, el gato, la gata, y
tita! (hacia mucho frio como para sacar el trípode y salir todos juntos)
Continuamos
viaje, un poco más despabilados y con
ganas de más “cosas nuevas”, más allá
encontramos una “copec”. Encontrar una Copec empieza a ser como una especie de
oasis; en las que paran los
camiones generalmente están preparadas
con baños y duchas y se puede parar en
ellas a dormir sin problema alguno.
Pensando que estábamos en “Antofagasta”,
cocinamos algo, paseamos la morsa y a
dormir!
Al otro día, a
penas abrimos los ojos nos golpean la camioneta Cristian y Maca que recién
llegaban en camión. Desayunamos juntos al mismo tiempo que nos enteramos que en
donde estábamos no era Antofagasta sino un pueblo industrial cerca de nuestro
destino.
Antofagasta es
una Ciudad grande y linda, con mucho movimiento, playas frías y un puerto
enorme. La mayoría de las personas encontradas fueron de sexo masculino,
ocupados en alguna de las tareas de atañen a la minería o el transporte.
Nuevamente nos sorprendió la manipulación de minerales en la zona, las montañas
que parecen estar intactas son pocas; el resto está en manipulación o fue
manipulada o devastada. A menudo nos
preguntamos qué será de toda esas poblaciones mineras cuando la tierra diga
basta y que será de nosotros cuando eso suceda. El Agua en Antofagasta y casi
todo lo recorrido hasta el momento ya dijo basta: De la canilla - o llave como
le dicen los chilenos- nooo!!!
Antofagasta desde una de sus costas
La costanera de
Antofagasta reúne muchas de las cosas que en una ciudad no faltan: el súper,
estaciones de servicio, la policía, estacionamientos, macdonal, baño
público, malabaristas y limpia vidrios
entre otras. No logramos sentirnos tranquilos allí, no sabemos aun porqué.
Pasamos una noche en un Shell y dos tardes en el balneario municipal (el gato
jugó con la henna y me tatuó tres especímenes dos precolombinas hermosas y un
gato que dejaba mucho que desear en mi espalda)
Concluimos nuevamente en que las ciudades grandes no nos
simpatizan tanto como la tranquilidad de los pueblos asique la estrategia fue
ir al súper, abastecernos de agua y alimentos y partir para el renombrado
pueblo de San Pedro de Atacama. En el súper las miradas recorrían uno a uno mis
tatuajes puesto que ellos junto a unos días que pasamos sin bañarnos y las
ganas de irnos se complotaron para que
el arte de Mario se transformara en marcas tumberas desconocidas.
Antes de irnos
recorrimos algunas playas más de la ciudad, curioseamos el puerto de lejos y
pasamos a visitar la tan fotografiada y publicitada “Portada” (18 km al norte)
y su paisajes de alrededor. Recomendados sin duda.
Tomamos la ruta
5 y 180 km después llegamos a Calama. Las estaciones de servicio de Calama no
eran a lo que veníamos acostumbrados pero nos permitieron dormir en una Shell
shena de perros asique la Morsa era un secreto entre el playero y nosotros. A
las escondidas y con uno de nosotros de campana la gorda bajó dos tímidas
veces. De Calama no recorrimos más que unas vueltas necesarias por la noche
hasta encontrar donde dormir, por lo que se puede deducir rápidamente que no
nos gustó. Otra vez un pueblo entero que parecía moverse en torno a la minería,
muchos hombres, hospedajes y comedores.
Tempranito al
otro día, el destino final sería San Pedro. Fuimos con ilusiones de encontrar
trabajo para juntar plata y seguir viaje. Con el objetivo tan claro no podía pasar otra cosa que
encontrar lo que buscábamos. Pero antes
de llegar a esa parte puedo decir que el desierto es más oscuro de lo imaginé y
tiene en su horizonte algunas montañas que le dan un poco de perspectiva al
paisaje.
Era nuestra primera vez en el Desierto asique no fue tan aburrido como
nos habían advertido. Entre Calama y San Pedro (100km), en el medio de la nada,
encontramos muchas casitas de adobe abandonadas y caídas; Más extraño aun
encontramos un cartel que decía “EX pueblo Villa Unión” y ahí bajamos.
Llegando a
destino el paisaje se transforma, renacen los colores, los abismos, las cuestas
y las curvas. Entusiasmadísimos bajamos en cada lugar que quisimos, nosotros
alucinábamos con los paisajes y la morsa con sus ganas de salir a correr llamas.
San pedro es
maravilloso. Nos costó descubrirlo pero con cada calle que descubríamos nos
íbamos convenciendo y acordando con la fama que el pueblito se fue haciendo.
Bajamos en el estacionamiento público donde hay una feria de frutas y verduras
y donde por la tarde empiezan a llegar los camper van y allí estacionan y
duermen. Así nos codeamos y mimetizamos
nosotros con las grandes máquinas como la nuestra.
Encontramos la
calle “Caracoles” (la principal) colmada de hoteles, negocios, turistas y
viajeros de todo tipo de colores, sabores, acentos y dialectos. Y allí empezó
una maratón en zigzag preguntando de lugar en lugar – Hola, ¿necesitan
personal? Para limpieza, moza, recepción, lo que sea… Así una y otra vez.
Parecían acortarse las posibilidades cuando
casi al final de la calle caracoles se
abrieron dos puertas y después otras más. Ese mismo día a las 18 hs Flor hacía
sanguchitos y viandas durante 4 horas. Al otro día Mario era sereno de un
Hostal y mientras escribía los post anteriores. Dos días más tarde Flor era
recepcionista de un Hostel y Mario empezaba a tatuar en Casa Campestre. Lugar
que nos abrió otra posibilidad: la de conocer un montón de gente, tres gatos,
cuatro perros y un chivo con los que compartimos hermosos momentos y volvimos a
tener “comidas de hogar en familia”. Todas las personas que conocimos, en el
hostel, en el hotel, en Casa Campestre, en la calle y sus alrededores nos
recibieron y trataron súper bien.
Ahora en esta
historia también entran Cristian y Maca, que eran quienes se alojaban ahí (oh!
Sorpresa! Otra vez nos encontrábamos en el camino) y nos invitaron a
visitarlos.
feliz cumple lindo gatito!!!
Entre fogata y carrete nos encontramos con Karen, quien se presenta
como bloguera nómade y si!!! Era Karen!!! La de con Rumbo al Mundo, blog que
tanto habíamos leído y disfrutado, felices por el encuentro, salieron a
festejar a los dos días Karen y Flor, mientras Mario padecía los días de
acumulación de sueño de su arduo trabajo de nochero. Fueron entonces Karen,
Flor y Yasna al Quitor famoso bar por lo grande de los tragos que sirven: Y ahí
empezó lo que podríamos llamar un hermoso encuentro con Yasna y posteriormente
con todos los que integran la gran casa campestre. Empezamos a quedarnos en la
chata en el patio de este hostal y camping que está en la Calle Caracoles 66
(al final o al principio de la calle según de donde se lo mire).
Con ellos
festejamos el cumpleaños del gato, con fogata, torta y velita tal cual se lo
merece el aniversario de la hermosa persona que es coautora de este viaje y
proyecto de vida llamado Contigo Pan y Morcilla.
Estuvimos como 20 días en San Pedro, primero nos aseguramos la comida y los amigos y después empezamos a recorrer los alrededores renombrados por todas las posibilidades de tours que se pueden tomar.
laguna Chaxa y sus flamencos
San pedro y sus casas de adobe
La Morsa bien aprendida
Laguna Cejar
Laguna Tebinquiche
El Salar
Laguna Espejo
El valle de La Luna
Con Ema, la bella heredera de Yasna
Entre amagues y
decisiones, nos fuimos. Nos despedimos rapidito para no hacer trágica la
cuestión, tal cual lo pedía Yasna y la Flor aceptó, que por su llanto fácil no
quería lagrimear.
Pasamos el día
en el auto, felices todos por los días y las experiencias vividas. Nos
consideramos una vez más unos afortunados por poder vivir todo lo que tanto
deseamos y más.
Pasamos por
Calama y rapidito hicimos unos trámites del seguro de Tita por Internet,
compramos pasta rápida, pan y huevo para almorzar. Pero ahí nomás empezamos a
ver otra vez el desierto y este sí que era seco, caluroso y con mucho viento,
ni una sombra vimos hasta Tocopilla (80km) donde frenamos almorzar-cenar en una
lomita a la salida desde la que la vista del atardecer era perfecta.
Tocopìlla
De un solo tirón
le dimos hasta Iquique. La ruta está muy buena y si bien los camiones
intimidan, la mayoría respeta las señales de transito y a los lentos transeúntes
sin apuro como nosotros que por más que se nos ría Braulio, la velocidad
continua siendo 70 km-hr.
Remolinos y mineras por todos lados
El desierto de atacama y sus necesidades
Llegamos de noche y otra vez una estación de servicio nos acogió. La diferencia es que en
las ciudades los camiones no entran y entonces no están acostumbrados a bellos
durmientes ya que al igual que en
Antofagasta, no suelen permitir que el parqueo supere los 30 min para clientes.
De todas maneras nos permitieron quedarnos y caímos rendidos. Para desayunar
nos cruzamos al frente don de las olas superan lo esperado por nosotros y el
baño de perros y humanos esta prohibido. Ahí mismo. Frente a donde dormimos hay
un playón donde los camper van pueden estacionar, no permiten coches tan
grandes y lujosos como el nuestro pero hicieron una excepción y ahí pasamos las
dos noches siguientes.
Bellas playas de Iquique
La primera
mañana, jugando con la espuma del mar y la morcilla nos reencontramos con Juan
y la Negra, dos argentinos que encontramos en Copiapó y después fueron tatuados
por las bellas y prolijas manos de Don Gato en San Pedro.
Iquique sí que
nos gustó. Nos sentimos seguros y deslumbrados por su costanera y los
alrededores de la plaza principal. Conocimos sus hermosas playas y la famosa
Sofri que si bien no nos pareció tan barata como dicen pudimos comprarle las
dos cubiertas de atrás a la Kangoo, alinearla y balancearla. GRACIAS CHILE
TAMBIEN POR ESO!!!
Con esto de no
saber en qué día vivimos o al menos no tan certeramente como antes de dejar
nuestras rutinas, tipo 15 hs nos percatamos de que era viernes y que, si
queríamos ir a Bolivia era el turno de los tramites de Morcilla la perra
valiente. Bueno, nos entregamos al tiempo y nos acostumbramos a la idea de
esperar hasta el lunes. Igual fuimos buscando las direcciones para no demorar
más de lo inevitable.
Sin dudarlo la pasamos bárbaro y un capitulo
aparte merecería la visita a una estación de servicio COPEC que queda en un
pueblo cerca de IQUIQUE (20 min) por la ruta 16 donde nos dimos el mejor y más
ansiado baño del viaje por 700 pesos chilenos cada uno.
Iquique desde arriba. Previo al baño màs mejor del mundo entero
Visitamos una
feria donde Mario se compró una Camisa Americana usada por 500 pesos, la Morsa se ganó una
pelota Nike por 300 pesos chilenos y Flor unos 3 Libros usados: Cien años de
soledad, el Túnel e Inés, del alma mía (que serán citados a la brevedad en la
sección correspondiente del blog).
tarde de lectura...
Los trámites de
la Morsa salieron caros y redondos. Para entrar en Bolivia el SAG de Chile nos
expedía el certificado y la autorización si la Perra Tenía: Vacuna Óctuple, Antirrábica,
desparasitación interna y externa, y el certificado de buena Salud por un
Veterinario. La joda nos salió 20000 en la veterinaria (y eso que muy
gentilmente no nos cobró la consulta) y 600 en el SAG. Los papeles estarían al
otro día, pero Paula, la Veterinaria que nos atendió nos lo hizo para las 15
hs. del lunes; felices por las atenciones y buenos tratos estábamos prontos a concretar el cruce a
Bolivia.
Cuántas dudas
nos daba cruzar por Ollague!!! No supimos hasta último momento qué hacer.
Decidimos no volver a Calama para el cruce sino hacer el camino hasta Ollague
por la ruta 16. Pero ¿el combustible alcanzaba? ¿Qué
altura había? ¿Pasaba gente por ahí? ¿Cómo estaba el camino? Pufff qué
ansiedad, qué cagazo. Marcha atrás dimos en Pozo Almonte donde los dos fuimos
sinceros y dijimos qué ya el entrar a Bolivia nos llenaba de incertidumbres
como para sumarles las del camino asique miramos el mapa por decima quinta vez
y acordamos en cruzar por Colchane.
Y así fue. Horas más tarde estábamos
durmiendo frente a Carabineros de Colchane
a 3.700 m de altura. Antes de pasar a Bolivia, podemos asegurar que
todos los Carabineros de Chile nos trataron muy bien y muy amablemente. Los de
Colchane se pasaron, nos invitaron a tomar algo caliente, nos dieron agua, y
nos ayudaron a empujar la chatita que por el frio y la altura no pudo sola.
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